Ensayos filosoficos VIII

Debemos aprender a dejar de ver, a olvidarnos de pensar, a dejar a un lado todas nuestras preocupaciones para centrarnos en nosotros mismos, en lo que somos de verdad, en lo que se oculta tras nuestros problemas y pensamientos. Quizás así descubramos algo más de nosotros que desconocíamos antes, veamos una puerta que se abre, seamos capaces de admirar algo que antes estaba oculto a nuestros ojos y a nuestra mente. Y sin duda, este deber es prácticamente  imposible de cumplir. ¿Cómo vamos a dejar de pensar? No se trata de dejar fuera todo pensamiento, sino de evadir aquellos que se vean producidos por nuestro yo físico y real y las condiciones a las que él somete a la mente. Debemos dejar a un lado todo lo que somos, lo que creemos, para buscar esa otra inteligencia, ese otro pensamiento que está oculto bajo un potente velo de historias, recuerdos, vivencias y creencias. En el momento en el que nosotros nos alejamos del pensamiento externo, el interno despierta y nos oculta y a la vez nos desvela respuestas que han sido encontradas en el silencio. En el silencio mental.

Muchas veces encontramos la solución a un problema cuando estamos relajados, no al borde de un ataque de nervios. ¿Por qué nuestro cerebro no iba a trabajar también así? Bajo presión se cansa, se agota, se frustra. Necesitamos darle un rato de descanso, un día libre. Sin embargo, no es nada fácil. Pensamos sin querer, no sabemos controlar nuestros pensamientos, no todavía.

Con todo esto, llegamos al inconsciente, el que nos da respuestas sin que nosotros lo notemos, el que sabe y, sin embargo, calla. Deberíamos buscar respuestas en ese inconsciente, esa parte nuestra que todavía nos es tan inaccesible. Mientras, él nos aporta ideas, fogonazos de luz, y nos oculta a la vez verdades que desconocemos. Muchas veces nos mueve, nos cambia y nos recrea sin que nos demos cuenta. Otras veces se aparece de forma milagrosa y nos ayuda. O nos entorpece.

Nosotros seguimos con la búsqueda del saber sin darnos cuenta de que ya está aquí, dentro de nosotros y diferente y único para cada uno. A lo mejor no estamos preparados para verlo. O simplemente no quiere dejarse ver.